lunes, 24 de junio de 2013

el viajero extraviado

Hace muchos, muchísimos años ,había en Suiza un campesino con un carácter tan desagradable, que ninguno de sus vecinos se atrevían a hablar con él, ni dejaban a sus animales, cerca de sus tierras, por temor a que los maltratase de igual manera que a los perros callejeros que se acercaban por su casa.

Un buen día, con él en invierno en todo su esplendor, se vio obligado a dejar la comodidad de su hogar y atravesar las montañas, para descubrir qué tipo de herencia le había dejado uno de sus parientes. Como no estaba acostumbrado a salir de su casa, al poco tiempo de ponerse en el camino, se perdió en el bosque. Tras mucho tiempo caminando por un terreno desconocido, se cayó a un agujero.

Allí, solo y desamparado, comenzó a gritar en busca de socorro, pero nadie parecía escucharlo. Cuando ya lo daba todo por perdido, sintió una presencia que respiraba muy cerca de su cara. Al girarse, descubrió a un enorme perro, con un barril colgado de su cuello y una manta de cuadros en el lomo. Tras beber un poco del barril y recuperar el calor perdido con la manta, se subió en su espalda y le dejo que le llevara hasta un lugar seguro.

Fue así, como el malvado campesino, descubrió lo equivocado que había estado toda su vida y como el San Bernardo, gracias a su herencia, tuvieron su propio refugio en la montaña.

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